Los efectos de la moda rápida

La mayoría de la gente sabe que el consumo excesivo es perjudicial para el medio ambiente. La ropa no es una excepción, pero seguimos adquiriendo grandes cantidades al año. Aunque no es realista esperar que la gente deje de comprar ropa nueva por completo, reducir nuestro consumo y tomar decisiones conscientes puede ser beneficioso para el planeta.

¿Qué es la moda rápida?

La moda rápida es un planteamiento dentro de la industria de la moda que acelera el diseño, la creación y la comercialización de la ropa, el calzado y los accesorios para lanzar al mercado las nuevas tendencias lo más rápido posible y de la forma más económica. La rapidez con la que salen las nuevas temporadas y tendencias es tal que la gente siente que las prendas «han pasado de moda» al poco de comprarlas. Las tiendas de ropa rápida lanzan nuevas «microtendencias» casi todas las semanas, en lugar de ceñirse al planteamiento tradicional de dos temporadas al año: primavera-verano y otoño-invierno. Esto incita a los consumidores a comprar más, con más frecuencia y lo más rápido posible. Además, la moda rápida puede ser de menor calidad que la moda convencional, lo que acelera la necesidad de comprar nuevas prendas. Pero quizás lo más perjudicial sea la forma en que la moda rápida ha alterado nuestra forma de concebir la ropa: los precios bajos y los estilos en constante cambio crean la ilusión de que es algo que hay que desechar. Según McKinsey, casi tres quintas partes de las prendas terminan en incineradoras o vertederos en el plazo de un año desde su producción.

imagen de una familia en la playa

En cifras

Según la ONU, la producción de ropa y calzado es responsable del 8 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La industria de la moda utiliza anualmente 93 000 millones de metros cúbicos de agua, suficiente para que cinco millones de personas sobrevivan, y la industria es responsable del 20 % de las aguas residuales globales. 

Según el informe State of Fashion 2019 de McKinsey, una persona no solo compra de media un 60 % más de prendas de ropa de las que compraba hace 15 años, además, solo se las quedan la mitad de tiempo del que se las quedaba antes. La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés) ha descubierto que cada año salen de las fábricas 150 000 millones de prendas y solo los estadounidenses tiran 14 millones de toneladas de ropa al año. Esta cifra equivale a más de 36 kg por persona. La mayoría de estas prendas terminan en vertederos o incineradoras y, durante el proceso de descomposición o quema, se liberan toxinas dañinas y se emite CO2. Muchas de las prendas tampoco se descomponen, lo que aumenta la cantidad de residuos que ya se encuentran en los vertederos.

Nuestro consumo excesivo no solo afecta al planeta, sino que también hay que tener en cuenta las condiciones laborales y salariales de los trabajadores de las fábricas que confeccionan nuestra ropa, sobre todo en la industria de la moda rápida, donde los precios deben mantenerse bajos.

¿Qué podemos hacer?

Reciclar las prendas es una opción; sin embargo, los materiales sintéticos y las mezclas pueden dificultar el proceso. Donar prendas también es mejor que tirarlas, pero hay muchas organizaciones benéficas que reciben demasiada ropa, por lo que gran parte de lo que reciben también acaba en vertederos o se exporta al extranjero. Las soluciones pueden ser comprar mejor, comprar menos, cuidar la ropa y participar en la economía colaborativa.

  • Comprar mejor: podemos ayudar al medio ambiente comprando ropa de mayor calidad que durará varias temporadas. Elija prendas hechas con fibras como algodón orgánico y lana, e intente comprar a marcas sostenibles que puedan rastrear sus cadenas de suministro y garantizar que sus trabajadores reciben un salario digno. Busque marcas que ofrezcan colecciones para todo el año, que normalmente se componen de prendas básicas de fondo de armario diseñadas para durar.
  • Comprar menos: revise su armario, hágase una idea clara de lo que tiene y esfuércese por mejorar el uso que le da a la ropa: la mayoría de la gente se pone solo el 20 % de la ropa que tiene el 80 % del tiempo. ¡Puede que tenga algún tesoro escondido que haya olvidado! Evite comprar artículos solo porque están rebajados; en lugar de eso, intente tener una lista de artículos que le gustaría comprar para concentrarse en lo que realmente necesita. 
  • Cuidar las prendas: cuide sus prendas y encuentre maneras de reutilizarlas y buscarles una nueva utilidad cuando llegue el momento. Lave la ropa con cuidado y séquela al aire libre siempre que sea posible. Si un artículo tiene algún desperfecto, ¿por qué no coser el roto de una camisa o remendar unos vaqueros viejos? Incluso muchas prendas de ropa rápida pueden durar años si dejamos de verlas como artículos de usar y tirar y las cuidamos de la manera adecuada.
  • Participar en la economía colaborativa: quizá tenga amigos con los que pueda cambiarse la ropa. No solo ahorrará dinero, sino que también encontrará artículos geniales y únicos. También existen numerosos servicios de alquiler de ropa, en los que podemos probarnos prendas nuevas o alquilar ropa para distintas ocasiones en lugar de comprarla nueva.

Hay mucho por hacer, pero una vez que dejamos de ver la ropa como algo desechable, estamos avanzando en la dirección correcta. Si buscamos ropa consciente, cuidamos de la que tenemos y la conservamos durante más tiempo, nuestras acciones individuales pueden generar mejoras para nuestro planeta.