Cómo los escombros marinos transportan especies a costas extranjeras

Los escombros marinos son uno de los mayores retos ecológicos a los que se enfrenta el mundo hoy en día y suponen una grave amenaza para los ecosistemas subacuáticos y costeros, así como para la salud humana. Esta suciedad artificial suele ser el resultado de las aguas residuales, las aguas pluviales o los vientos fuertes que alejan los materiales de la tierra, así como de la basura desechada de forma deliberada. Desde latas de refresco hasta bicicletas, redes de pesca desechadas o barcos enteros, los escombros marinos a menudo se fabrican con materiales que se degradan lentamente con el tiempo. De hecho, más del 80% de los escombros marinos están hechos de plástico.
imagen de contaminación plástica en el océano
Los residuos marinos de plástico pueden sostener ecosistemas enteros.

Los daños ocasionados a los ecosistemas costeros y oceánicos por los escombros marinos son enormes, y el daño a la vida oceánica es especialmente devastador. Sin embargo, el plástico en los océanos afecta mucho más de lo que el ojo puede ver, ya que acumula productos químicos tóxicos en la cadena alimentaria y afecta a la capacidad reproductiva de los animales. Un fenómeno que ha recibido menos atención es el movimiento de las criaturas costeras hacia hábitats no nativos como resultado de la adhesión a residuos artificiales a medida que se mueven en las aguas abiertas de los océanos.

Transporte pasivo en escombros marinos

Esta dispersión oceánica, o «rafting», de especies de un hábitat a otro ha sido una consecuencia conocida de acontecimientos naturales, como tormentas y fuertes corrientes, durante muchos años. Aunque las «balsas» compuestas de materiales naturales suelen romperse antes de que lleguen a costas lejanas, existen algunos ejemplos conocidos que muestran lo que puede suceder cuando no lo hacen. La iguana verde, por ejemplo, llegó a la isla caribeña de Anguila flotando sobre restos de árboles después de un huracán en 1995, colonizó rápidamente la isla y supuso una amenaza para la población local de iguanas. Cuando las especies como la iguana verde llegan a hábitats donde no pertenecen y causan daños a los ecosistemas locales, se consideran invasivas.

En 2012, los investigadores observaron un ejemplo único de rafting en acción. Más de un año después del terremoto y el tsunami de Thoku en Japón, un muelle que se había desprendido del puerto japonés de Misawa apareció en la playa Agate Beach de Oregón en EE. UU. Había recorrido más de 5000 millas a través del Océano Pacífico para llegar allí. En una entrevista posterior sobre el incidente, John Chapman, profesor adjunto del Hatfield Marine Sciences Center de la Universidad Estatal de Oregón, explicó que no podía creer sus ojos cuando vio que el muelle aún estaba cubierto por especies asiáticas, como la estrella del mar del Pacífico Norte y el cangrejo de la costa japonesa. Se había pensado que era «imposible» que dichas criaturas sobrevivieran a un cruce oceánico de esta manera, pero Chapman admite que «estábamos muy equivocados».

Percebes pegados a una botella de plástico en una playa

Plástico persistente en la mezcla

Tras una investigación del incidente, los investigadores del Laboratorio de Invasiones Marinas del Centro de Investigación Ambiental Smithsonian sugirieron que gran parte de los residuos que habían llegado con el muelle (principalmente artículos de plástico de pesquerías, como cuerdas, separadores de ostras, trampas de anguilas y cajas) ya habían estado flotando fuera de la costa japonesa. Fue la enorme energía del tsunami lo que los llevó a cruzar el océano. El evento resultó ser un descubrimiento importante para los científicos que investigaban el papel de los escombros marinos en el transporte de organismos entre hábitats, con la llegada de más de 300 especies no nativas sanas y salvas a la costa de Norteamérica y Hawái.

«Un árbol, una rama o incluso un barco de madera se desintegraría y se haría pedazos antes de que una cantidad significativa de ellos pudiera cruzar el océano, pero ahora los objetos de plástico, fibra de vidrio, hormigón y acero que fabricamos no desaparecen. Y llevan consigo a estas especies», comenta el profesor Chapman.

El tsunami demostró que las especies podían sobrevivir durante años a bordo de residuos flotantes, especialmente plástico. Chapman no está seguro de lo que esto significa para los ecosistemas costeros del mundo. «No sabemos lo que va a suponer, lo cual es lo peor de todo tal vez, simplemente sabemos que cada lugar está conectado con los demás lugares del planeta, y esto se debe a la basura de los plásticos».

La basura de los plásticos incluye las llamadas «redes fantasma», redes de nailon perdidas o desechadas de la pesca que son bien conocidas por atrapar a delfines y tortugas (entre otras especies). El nailon es plástico y no se descompone, por lo que las redes fantasma siguen flotando y capturando criaturas marinas durante muchos años. Se estima que hay 640 000 toneladas de redes abandonadas en los océanos del mundo, que representan hasta el 10% de toda la basura marina.

Una de estas redes fantasma fue encontrada por la eXXpedition, una serie de travesías de navegación que investigan los impactos del plástico en los océanos del mundo. Como explica la cofundadora y directora de eXXpedition, Emily Penn: «Lo que encontramos es que las algas viajan con ellas, y luego los pequeños peces acuden para comer las algas, y esto atrae a los peces más grandes, y luego a los peces aún más grandes, hasta llegar a los tiburones. En realidad, es bastante común que veamos ecosistemas enteros colgando del fondo de estos restos como un arrecife de coral. Pero luego se desplazan miles de millas a través de un océano hasta un lugar al que no pertenecen».
imagen de una mujer limpiando contaminación plástica del océano
Emily Penn de eXXpedition fija un rastreador GPS a un gran nudo de redes fantasma.

La investigación sobre el transporte pasivo de especies en los escombros marinos se encuentra en sus primeras fases, y aún queda mucho por hacer para establecer el verdadero impacto de este fenómeno. Sin embargo, está claro que el crecimiento del plástico y otros materiales fabricados por el ser humano en nuestros océanos ofrece mayores oportunidades para que los animales sean transportados de un lugar a otro. A medida que los científicos trabajan para obtener más información sobre las trayectorias de la basura en los océanos y las capacidades de los organismos para sobrevivir y procrear sobre el plástico, así como sus patrones de descomposición, cortar el grifo al problema de la contaminación plástica puede ser la solución más eficaz a nuestra disposición.

Hacer que la contaminación por plásticos sea cosa del pasado

Aunque no existe una única respuesta al problema de que el plástico llegue a nuestros océanos, será necesaria la colaboración entre los responsables políticos, los productores y los consumidores. Con las presiones legislativas y el empuje constante de los consumidores, la presión sigue aumentando para que se implementen buenas soluciones.

Kristine Berg, Sustainability Manager de TOMRA, afirma: «Necesitamos crear sistemas en los que no se desperdicie nada, en los que se elimine por completo la idea de basura y en los que todos los recursos tengan un propósito. Una vez que un producto ha terminado su objetivo en un ciclo de vida, se le puede dar nueva vida como un nuevo producto para cumplir ese propósito, una y otra vez».

Cada año, la red mundial de máquinas de vending inverso de TOMRA recoge más de 40 000 millones de envases de bebidas para su reciclaje en circuito cerrado (botella a botella). Aun así, esto supone solo el 3% de todos los embalajes de bebidas que se venden anualmente en todo el mundo. Para satisfacer la demanda futura de embalajes reciclados y, al mismo tiempo, desviar basura plástica del medio ambiente, es necesario hacer mucho más.

«Al incentivar el reciclaje, diseñar productos pensando en la reutilización, trabajar con los responsables políticos para garantizar que se asume la responsabilidad del productor y difundir la concienciación sobre el problema, podemos asegurarnos de que los recursos de la Tierra estén protegidos, pasando de un modelo de «toma, fabricación y desecho» a un sistema circular», concluye Berg.

La migración de especies invasivas a través de los océanos en balsas de plástico es un incentivo más para capturar basura plástica antes de que se salga de nuestros sistemas de recursos cerrados.